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23 de marzo de 2009

Voracidad II, calidad de vida VS negocio...

"Hoy día la rica complejidad de motivación humana que genera la arquitectura va reduciéndose a una vertiente totalmente reductiva. La construcción se acomete casi exclusivamente por el provecho económico. Los nuevos edificios se conciben como poco más que instalaciones financieras, un dato más en las hojas de balance económico y es esta búsqueda de beneficio la que determina su forma, su calidad y su rendimiento. Cualquier gasto que no esté directamente relacionado con la obtención de beneficios a corto plazo amenaza a los promotores con el riesgo de que su compañía sea menos competitiva, y por tanto, más vulnerable a los caprichos y vaivenes del mercado. Nuestra línea económica dominante…no ofrece incentivo alguno para iniciativas de tipo ecológico –que sólo rinden a largo plazo-. Esta estrategia que sólo puede empeorar el futuro, es la antítesis del pensamiento sostenible y desestima completamente las consideraciones estéticas necesarias para toda buena arquitectura: resta todo aliciente al uso de buenos materiales, al ajardinamiento de una obra de plantar, simplemente, un árbol."

Fragmento del libro
"Ciudades para un pequeño planeta" de Richard Rogers.
Este libro tiene ya poco más de diez años y cada vez estamos más metidos en este túnel sin retorno de la acumulación sin sentido. En esta lógica de ver a la construcción como un mero negocio, estamos inmersos en edificaciones con jugosos rendimientos y grandes ganancias para los inversionistas, sin importar su impacto a un nivel urbano, tanto funcional como estético. Nuestro contacto con la ciudad y por lo tanto con la arquitectura es el acercamiento más inmediato y frecuente que tenemos con el arte. Con ejemplos de edificios que sólo se ocupan del provecho económico de los inversionistas y nunca de la relación directa con la ciudad y las personas; la percepción de la belleza se va degradando y así mismo la calidad de vida de las personas.

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